Una nariz superlativa

Las figuras literarias constituyen herramientas de las que se valen los escritores para producir un efecto en el lector; modifican el lenguaje de forma que causan sensaciones.
Algunas de ellas se valen de la sonoridad de las palabras, especialmente a través de la repetición. Según las impresiones que causan, las podemos clasificar en dos grandes grupos fónicos:
- Eufonía
-
Cuando las emociones que percibe el lector son agradables, eso se debe a que la sonoridad es buena y las palabras son bellas y suenan bien, transmitiendo dulzura y suavidad.
Galatea es su nombre, y dulce en ella
el terno Venus de sus Gracias suma.
Góngora - Cacofonía
-
La percepción es todo lo contrario, pues las palabras son torpes y malsonantes y se produce una impresión desagradable.
Las nalgas son dos porras de espadañas;
afeitáis la caraza de chinela
con diaquilón y humo de la vela,
y luego dais la teta a las arañas.
Quevedo
A continuación vamos a ver dos figuras en las que se valen de la sonoridad de las palabras de dos formas diferentes, vamos a verlo:
Anáfora
La anáfora consiste en la repetición de una o varias palabras, normalmente al comienzo del verso, con lo que se consigue un ritmo y una sonoridad similares a las de la música.Por ejemplo, vamos a fijarnos, en este poema del ilustre escritor Francisco de Quevedo, cómo repite al comienzo de los versos "érase..." produciendo un efecto enfático sobre la descomunal nariz del hombre del que se burla:
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una alquitara medio viva,
érase un peje espada mal barbado;
era un reloj de sol mal encarado,
érase un elefante boca arriba,
érase una nariz sayón y escriba,
un Ovidio Nasón mal narigado.
Francisco de Quevedo, "A un hombre de gran nariz"
Aliteración
En el caso de la aliteración, lo que se repite es un fonema, es decir, un sonido o letra, produciendo un efecto sonoro en su lectura. Es la figura que utilizan los trabalenguas.
Por ejemplo, en el siguiente verso de José Zorrilla, podemos apreciar cómo la repetición del sonido "r" nos recuerda al rugir de la tempestad de la que nos habla:
El ruido con que rueda la ronca tempestad.
José Zorrilla, "La tempestad"